Y propiamente, el inicio de lo que ahora es el estándar para una mesa de la Ronda. Después de un par de semanas de crónicas no relacionadas, parece que regresamos a las narraciones de cómo fue que comenzó y fue tomando forma y fuerza esta idea que nos enganchó del cremaster a todos.

La sensación de la cual Quetzal hace referencia en su entrada anterior no me fue ajena aquella ocasión tampoco. Recuerdo que aun y cuando me toco un Ranger, clase que jamas habia jugado, mucho menos en segunda edición, me dije a mi mismo, pues, podrías ser mago, y eso aun y cuando seria divertido, tambien podia convertirse en frustrante en 2 ataques bien acomodados. Ademas, mi intencion, despues de todo el calvario que fue la travesía (salimos a las 5:40 PM, llegamos a Mazamitla a las 11:30 PM, cuando regularmente solo son 2 horas de camino, pero eso, es materia de varias entradas más) era ponerme hasta el huevo lo más pronto posible e irme a dormir cuando mi cuerpo diera de sí por completo. Así que, si me toco una variante de guerrero, no me iba a caer tan fácil, sobre todo viendo que teníamos no 1 sino 2 clérigos y 1 guerrero mago presentes, lo cual nos restaba potencia significativa en el frente de batalla pero nos garantizaba mejoras y curaciones para quienes estuviéramos en la línea del deber.

Jamás pensé que fuera a entrar en sintonía tan rápido, tan fácil, con un personaje que yo no habia armado. Sumac se manifestó en la Ronda de una manera muy natural, su imagen, sus particularidades, detalles como que no utiliza el característico tricornio, ni la capa completa, fueron parte de una narración con la cual yo me sentí cómodo de inmediato. Y no mames, tengo dos armas a dos manos y pelea a ciegas? Ravenloft da miedo? Me la pelan! Eso pensé, hasta que salimos al bosque y Don Diablo comenzó con el argumento de quienes somos y dónde estamos. De ahí en adelante, simplemente valio madre.