Hace un rato ya que no asistía a algún evento lo cual resultaría en una de mis clásicas crónicas pachecas. Eso cambió a mediados de Enero del doblecritico, cuando me enteré que uno de mis cómicos favoritos de la última década vendría de gira por el país. Honestamente, dado que el evento era en la Ciudad de México, lo descarte. Encima de la distancia, el evento era un día después del Super Tazón, día en el cual religiosamente termino horriblemente ebrio y el día subsecuente conlleva curarse una cruda descomunal. Y dije, bueno, vamos viendo el precio, ¿qué tan mal puede estar? Vaya que estaba equivocado, el precio no era para nada risible. Una vez enterado, se lo comuniqué a mi pareja en una charla casual. Como mencionaba, para mi era un evento al cual no planeaba asistir. Pasaron un par de días y mi pareja llegó de la calle un día por la tarde, mientras yo estaba en una junta de trabajo. Traía en la mano un sobrecito de ticketmaster y me lo aventó en la cara. Me hizo señas para que me quitara los audífonos para decirme: “más vale que vayas viendo cómo te vas a CDMX para el 3 de febrero, porque acabo de comprar boletos para para ir a ver a Louis CK, feliz cumpleaños, cabrón! Por hospedaje no te apures, yo estaré allá desde el inicio del mes por motivos de trabajo, te quedas conmigo. El día del evento es festivo, por ley, así que solo tendrías que pedir 1 día libre, en caso de que no quieras viajar el mismo día del evento”. Sin chistar, comencé a buscar vuelos, porque la verdad no andaba de humor para ir/regresar en camión. Ausentarme un día de mis labores no representaba tampoco un problema, nadie me extrañaría, pensé. Ni siquiera me tomé la molestia de avisar, solo me tomé el día y ya. Mi gerente es gringo, y parece que no tiene idea de como aprobarme solicitudes de días libres. Estuve de vacaciones en septiembre del año pasado y es fecha que aun no aprueba esa solicitud. Por ende, ni para que me molestarme. Aun así, si reporte mi ausencia, ya que regrese a la oficina.

Clavándome un poco en la materia, creo que vale la pena destacar que al menos desde mi ignorancia, este era un evento poco común, por no decir sin precedentes. A lo que yo sé, ningún cómico internacional, o en el caso de Louie, gringo, viene a tierras mexicanas. Me llama la atención el tamaño de los cojones que debes de tener para asumir que vas a tener una buena audiencia (carajo, podría decir que el teatro Metropolitan estaba lleno) fuera de tu país natal. Dicho eso, se que no es la primer gira internacional que Louie llevaba a cabo, pero jamás había pisado tierra mexicana, aun y cuando el señor pasó sus primeros años de vida justo en este país, justo en esa ciudad. Otra cosa para destacar también era que esta gira viene después de su colapso mediático, en el cual acepto cargos de improperios de índole sexual, o específicamente, que 5 chicas, colegas comediantes o colaboradoras, lo acusaron de haberse masturbado en frente de ellas en algún punto de su carrera. Cuando nos enteramos de esto no nos resulto del todo sorpresivo, pero si fue decepcionante. La comedia de Louis CK se ha fundamentado en seguir la lógica detrás de ideas inmorales, manteniendo a la audiencia de su lado, tratándolos de convencer del hilo negro detrás de su mordacidad. Para prueba, están sus chistes sobre el daño que causan los insultos a los gays o sobre violaciones y violencia contra mujeres, considerados feministas. Si hubo algún cómico que gozaba del beneficio de la duda en algún punto, ese era este señor. Este ya no es el caso, dado que, para defender un chiste ofensivo, el contexto tiene relevancia. Sabemos demasiado respecto a sus transgresiones personales como para ver sus chistes que transgreden del mismo modo. Supongo que puedo continuar hablando sobre como fue mi viaje de ida (jamás había llegado tan tarde a un aeropuerto, pero jamás había viajado con 2 kilos de equipaje solamente, tampoco) o las peripecias durante el transcurso del día, lo blanca (#whitexican #CHSPM) que estaba la fila de ingreso al lugar o de la bolsita esa en la que todos metimos nuestros celulares antes de pasar al recinto o de quien abrió el evento antes de Louie tomara el escenario. Pero eso vale madre en realidad, aquí lo importante es hablar sobre quien yo considero el cómico más influyente de los últimos 15 años.

Luis Caca, como se presentó en el sonido local, regreso a su uniforme original de playera negra y mezclilla. Abrió la velada comentando sobre “lo bueno que es volver a empezar a sus 52, todo lleno de energía”. Si alguien tenia la expectativa de escuchar algún tipo de disculpa o admisión respecto al daño que causo, mejor déjenlas en la puerta. Claramente su misión no es redimirse en el escenario. Creo que más bien confirma su patrón de lógica errónea para fortalecer su acto, “ese es el punto de esto” afirmó, mientras se apuntaba a sí mismo. A diferencia de otros de sus colegas, no se tomó la molestia de quejarse respecto a las sensibilidades generacionales, y se enfocó en la catártica libertad de transgredir. Si eres un lector habitual de esta columna, sabrás que mis reseñas siempre parten de lo subjetivo, dado eso, me es difícil mantener una posición objetiva respecto a lo que describo. Desde esa subjetividad, admito que no pare de reírme desde que comenzó. El paseo hizo varias paradas en territorio familiar, hablando un poco sobre el 11 de septiembre, la esclavitud afroamericana, pedofilia, religión (mormones, no, jajajajaja), espolvoreándolos todos con genuinos intentos de hablar español, el cual claramente no practico desde que se fue del país, todo esto con su clásico estilo que pivotea entre lo sexual y lo profano. De hecho, una parte considerable de su rutina hizo especial uso de esa técnica, hablando sobre Mahoma y las 72 vírgenes que le promete a los seguidores de la Yihad, o dirigiéndose directo al público, comentando sobre como todos tenemos alguna desviación sexual de alguna índole, y de lo afortunados que somos de que esa información no sea publica, terminando con un chiste sobre como jamás hemos conocido en realidad a nuestras madres, porque jamás tendremos el valor de preguntarles: de verdad, madre, con cuantos te acostaste antes de casarte con mi padre?

Aun y cuando si toca, varias veces, su posición actual después de la debacle de su escándalo, en ningún punto habla sobre los millones que perdió en cuestión de segundos por esa situación. En lugar de ajustar su comedia a un punto de vista de reflexión, Louie mantiene la tónica de su diálogo estándar. Esto es un arma de doble filo, dado que quienes estamos ya familiarizados con él, podríamos encontrar su nueva rutina como carente de impacto, pero les aseguro que, si lo ven de primera instancia, su material puede ser interpretado como serios golpes a ser políticamente correcto. Cerró el espectáculo para volver al escenario para un último chiste y algo que jamás lo había visto hacer, interactuar con el público, abriéndose para preguntas. Esto, obviamente, es una babosada en un teatro con tresmil espectadores, pero, aun así, aprecio que tuviera el valor de que alguien le lanzara una pregunta que lo pusiera a divagar.

Para finalizar, mi vuelo de regreso si tuvo un incidente que me llamo la atención. Para empezar, me mama que el metro tenga una terminal a una cuadra, lo cual siempre hace el traslado una belleza. Me fascina el metro de CDMX y me provoca una envidia inmesurada. Sin darme cuenta, parte de mi equipaje eran mis dados. Al vaciar la mochila que use para la travesía, no me di cuenta de que la bolsita donde los cargo estaba en el fondo. De ida nadie la hizo de pedo. Pero de regreso, me mandaron a revisión secundaria. Pasaron la mochila 4 veces por los rayos x para al final pedirme que sacara todo, esto faltando 40 minutos para abordar. Al final, sacando la bolsa de dados la conclusión fue “son dados de metal, creemos que son inofensivos”. También encontraron una punta de desarmador intercambiable, la cual no supe cómo llegó ahí, esa si se tuvo que quedar con ellos. Lo que ellos desconocen, es que la verdadera arma letal, soy yo. 

Aun y cuando no condono burlarse de los demás, si lo van a hacer, primero veanse en el espejo y aprendan a burlarse de sí mismos.