Es algo complicado cuando te enteras de un evento pero faltan meses para que se realice. Eso me pasó este año, cuando me enteré en Enero que Graveyard vendría de gira por el terruño. Recuerdo que cuando mi cuate de Los Bluejays me lo comento, si sentí esa emoción que te da cuando tienes especial afición por algo, como cuando tu autor favorito anuncia un nuevo libro o anticipas un viaje. Pero, como ya comente, faltaba un rato para que sucediera, así que no había más que ejercer paciencia y como llevo evangelizando lo que va del año en curso, ver mas bandas en vivo.

Para la ocasión, considere seriamente ingerir psilocibina de nuevo, y si no fuera por una decisión que tome 2 semanas antes, lo hubiera hecho sin problema alguno. Pero, me compre una moto, Internet, y tenia que ir por ella y llevarla desde el punto de venta, por el rumbo del Alamo Industrial, hasta mi casa, cerca de la Gran Plaza, al día siguiente al rock. Era la segunda vez que me subía a una moto, en toda mi vida. Le comente a los amigos que tenía sentimientos encontrados como muchísima emoción pero también miedo y hasta cierto grado de pánico. Esta es una de esas actividades en la que no podía confiar en mi aliada contra todo mal, la hierba. Tenía que estar en mi mejor forma, libre de cruda alcohólica, descansado y sobrio. Encima de esto, Oswaldo y Quetzal se ofrecieron a ir escoltandome en mi auto para aminorar la presión del tráfico. Con sus trastabilleos, lo logramos. Victoria Vulcan ahora duerme en mi cochera y me seduce a mantenerme sobrio para salir a pasear con ella.

Graveyard fue una de esas bandas que conocí cuando salieron gracias a un blog llamado Stonerobixxx, este vato/equipo de vatos mantenían un blog fenomenal, posteaban muy seguido y solo manejaban calidad de 320kbps para arriba. Hablo de 2005, para que ni chinguen con Spotify. Pero, como todo buen sitio de piratería en Internet, conforme más seguidores tuvo, más exposición a su labor hubo y cerró en 2011 según recuerdo. Para ese entonces yo ya estaba totalmente adicto a muchas de las bandas que descubrí con ellos, las cuales obviamente sigo aun. Durante ese seguimiento en particular con Graveyard, vi que habían anunciado que se separarían, casi un año después de lanzar Innocence and Decadence, en 2015. Para mi júbilo, se reunieron, agarraron otro baterista y anunciaron que habría un disco nuevo.

Nos reunimos en base madre, como acostumbramos. Dado que Quetzal era el conductor designado de mi nave al día siguiente, decidí darle mis llaves para que se fuera acostumbrando a mi jaula. El trayecto al Foro Independencia fue veloz y sin contratiempos. Llegamos a buena hora, justo cuando Caníbales iba tomando el escenario para abrir. Había escuchado sobre ellos, pero nada en vivo. Me pareció un tanto decepcionante su sonido y espero que no sean solo una banda bien producida, dado que en sus discos suenan bien. Podría citar a mi cuate Ferenc, a quien me encontré al ingreso, quien dijo: “lo mejor del montón”. Encontré su comentario despectivo en el momento, pero reflexionando, fue acertado. Había muy poca asistencia y lo atribuí a la hora, dado que aún era temprano. Pero para nuestra sorpresa, el foro estaba al 30/40% de su capacidad, y así se mantuvo el resto de la noche. Los Bluejays salieron al quite y presentaron un set mucho más corto que la ocasión anterior que los habíamos visto. Eso no le restó intensidad a lo que presentaron y el comentario de Oswaldo me pareció muy cómico: “¿Como es posible que una banda tan huevuda tenga un nombre tan joto? ¿Cuando tocan de nuevo?

Con un balance de 60% Tiempo y Paz y 40% de Cempohualxochitl, nos brindaron 30 minutos de sonido compacto, ejecución altamente eficiente y de nuevo, el regalito de los Cerdos de Guerra.

Me da mucha gota la asistencia corta, yo se que es 10 de Mayo, pero no creo que sea para tanto. Yo celebre a mi madre por la tarde y estaba listo para tirar rock a las 9 PM. Pero, estar cómodamente hasta adelante viendo a un bandonon es una delicadeza rara de la vida. Un riff con flanger impecable comenzó a sonar indicando el comienzo del blues de Hisingen. La banshee que regularmente posee a Joakim Nilsson se manifestó, iniciando el ritual con la invocación de su patrono Lucifer, utilizando como foco arcano su ES-330, tomándonos de la mano para 90 minutos de rock duro, blues y psicodelia. El Goliath apareció y nos pidió que camináramos con el, como siempre hacemos. Durante la travesía hablamos sobre ese oh tan frío amor no correspondido, cuando paramos en una tiendita para comprar un poco de verdad con los viejos Tack y Förlåt. Las cosas se pusieron incómodamente entumidas justo antes de que salieran las aves del paraíso junto con la zorra. A esta altura, cada torcida de cuerda que el arma secreta de esta banda, el todopoderoso Jon LaRocca-Ramm hacia, lo sentía directo en las rodillas. Además, es de mi club de los músicos de dedos cortos, lo cual se aprecia mientras va y viene sobre el diapasón de su Gibson SG. Creo que tiene una técnica de vibrato mejor que la de Peter Green, sin mamar.

No por favor, no nos recuerden sobre el amor en tiempos difíciles porque sabemos a ciencia cierta que vivimos en la industria del asesinato. Anticipando el final del set nos aseguraron que esto aun no terminaba, para cerrar con la pista que arranca su disco de 2015, único que usaron de esa obra en todo el set. Para el encore, nos deleitaron con 2 cortes de 6+ minutos, los cuales conllevaron un poco de bien recibida y llena de sentimiento improvisación en Low (I wouldn’t mind) y The Siren, junto con el muy divertido I ain’t fit to live here. Pedí un par de veces Satan’s Finest, pero ningún corte de su homónimo de 2007 formó parte de la lista para hoy. Peace, Hisingen Blues y Lights Out dominaron y no es queja. Creo que Peace es una de las joyas de este 2019, un disco que destila la esencia del rock & roll a su forma más pura y divertida. Salí no tan ebrio, con una playera y un parche. Aqui les dejo el set completo de Los Bluejays y Graveyard, por si quieren escuchar de que se perdieron si no asistieron.

Y solo por no dejar, no olviden:

ROCK THE FUCK ON FOREVER!