No confundir con “Las Brumaks”, el cual seria un grupo versátil que no sé si pagaría por ir a ver.
La verdad, sí.
Pero a lo que me refiero en esta ocasión, es la perenne manifestación de los poderes oscuros en el demiplano del terror. Limitando dominios y extraviando viajeros, uno nunca sabe que va a encontrar al salir de la niebla; si un paraje familiar… o la locura.
Eventualmente lo verán en el comic, así que no entraré en detalles de la primera vez que atravesé la niebla, de hecho, mi participación en La Ronda comenzó justamente ahí, en una frontera brumosa donde ni bien dije “Ola ke asen” cuando ya estaba tirando mi primera salvación contra horror. Lo que vi ese día, aún acecha a mi personaje en sus pesadillas.

Desde entonces me ha llamado mucho la atención el concepto de la niebla en Ravenloft. Su rol dentro de la historia, las consecuencias de aventurarse en ella, como a veces ayuda y otras es una sentencia de muerte no anunciada. Mas de una vez me he preguntado “¿como vive la gente aquí?” y la respuesta, como poco a poco irán descubriendo, amables lectores, es sencilla:

Con el culo en la mano.

Ahi dispensen mi francés.

Por supuesto las nieblas juegan un papel importante en las historias que he llegado a escribir después de ese primer encuentro. El Deus Ex Machina mejor aplicado que he visto en mucho tiempo; la mejor manera de hilar aventuras. No en balde Don Diablo, nuestro Dungeon Master, ostenta el parche de LA NIEBLA, el cual, pronto descubrirán, no esta a la venta en la tienda. Solo él es “La Niebla” y como ella, nunca sabemos si esa risa detrás de la pantalla del DM es porque ya la libramos, o porque ya nos cargó Cthulhu. Oh si, Cthulhu puede andar por acá también. Por si no había suficientes razones para volverse loco.

Si creen que la niebla en Silent Hill da miedo, es porque no han visto un atardecer en Dementlieu.