El Golem, una de las criaturas emblemáticas de Dungeons & Dragons y de cantidad de videojuegos. Su origen no es, por supuesto, salido de los materiales de juego; sino más bien proveniente de la mitología judía. La definición tradicional del golem es la de un ser animado que fue fabricado a partir de materia inanimada, regularmente arcilla o polvo (dando un cierto paralelismo a la creencia de la creación del hombre), a la cual se le da, por medios místicos, una suerte de vida con un propósito específico, generalmente guardar o servir; pero sin la capacidad de raciocinio.

La literatura y el cine se han encargado también de expandir esta leyenda, no limitándose a la figura clásica de arcilla, dándole más formas, materiales con que se construyan, métodos sombríos de creación, e incluso simbolismos. Cabe destacar en la literatura a José Luis Borges y su poema “El Golem” y por supuesto a Mary Shelley con su gran clásico “Frankenstein o el moderno Prometeo” el cual nos muestra una de estas variantes de golem, el creado por la ciencia, hecho de carne humana, con una consciencia monstruosa en busca de redención.

Pero en el juego de rol, y específicamente en D&D, el golem es de los adversarios más difíciles que pueden encontrarse los aventureros, sean de arcilla, cera, carne, piedra, acero, etc. los jugadores luchan contra una fuerza y resistencias más allá de lo humano, contra una criatura que no pedirá, ni dará, cuartel; siendo la confrontación directa una de las opciones menos saludables si lo que se busca es salir con vida. Resultando el Golem, pues, un formidable enemigo que mas vale enfrentar con inteligencia que con fuerza bruta, si es posible.

¿Pero qué será de tan terribles criaturas en un entorno de horror gótico como lo es Ravenloft? En aquellos buenos tiempos de la 2da edición de D&D surge una serie de libros de juego llamados “Hijos de la Noche” que buscaban expandir la narrativa y reglas de las criaturas que acechan a los aventureros. Uno de ellos, subtitulado “Los Creados”, habla precisamente de los Golems.

El libro complementa la información existente en juego acerca de los Golems, desde sus aspectos físicos y mentales, atributos poco comunes (como la telepatía con su creador o magia innata); hasta la psicología de la criatura en función de su creador o las circunstancias en que fue creado. ya que no se limita a que el constructo fue creado de formas tradicionales. Ravenloft es manejado por poderes oscuros más allá de la comprensión, incluso, de sus oscuros regidores y las maneras en que los golems pueden crearse no siempre se limitan a la mano de un hechicero o científico loco.

Y he aquí donde viene la parte importante del libro: 13 secciones; cada una dedicada a un Golem único en su historia, creación, personalidad, psicología y objetivos. Historias llenas de tragedia, horror, y hasta tristeza que dan algo más que una serie de datos de juego, sino un personaje completo que servirá como hilo conductor de la historia a narrar. Para complementar, cada sección, después de hablar del origen del Golem, trae una mini aventura en la cual, como supondrá usted, amable lector, el Golem es pivote de la trama. estas aventuras son muy buenas para narrar una historia corta, que tenga suficiente suspenso, investigación y emoción para los jugadores; perfectas para, digamos, narrar una sesión de Ravenloft durante la noche en una cabaña a mitad del bosque.

Como ya lo había mencionado hace varios posts, ese fue el libro con el que comenzó todo en la campaña de La Ronda, sobre la cual hacemos este comic. Si le es posible, amable lector o narrador de juego, consiga el libro no tiene el menor desperdicio. Desconozco si es posible conseguir una copia física (yo tengo la mía y no la vendería por nada) pero se puede conseguir por 5 dólares en descarga digital en DriveThruRPG. Por supuesto no puedo hablar más del libro por que sería darles spoilers de lo que viene en éste cómic. Si decide usted darle una hojeada y logra atinar qué historia jugamos, solo mantenga la mirada sobre su hombro en caso de que alguna pesada sombra le observe desde la ventana, esperando, hablando sin pronunciar palabra con unas runas inscritas en su frente.